BIENNAL 2006

EL JURADO DE LA BIENNAL 2006

El jurado reunido en el claustro del Real Monasterio de Sant Cugat. De izquierda a derecha, RICARD PLANAS, director de la revista bonart de Girona, ESTER FERRANDO, artista plástica de Tarragona, ANTONI JOVÉ, historiador del Arte y coordinador del Centre d'Art la Panera de Lleida, CARLOS VELILLA, vicedecano de la Facultad de Bellas Artes de la Universidad de Barcelona, IVÁN DE LA NUEZ, director de exposiciones del I.C.B. en el Palau de la Virreina de Barcelona, JOSEP PARERA, crítico de Arte y Responsable de Acción de Arte en la Obra Pública –GISA-, LLUÍS CAMPINS, director del Museo de Sant Cugat y JOSEP CANALS, director de la Biennal y miembro de la asociación (art)catalunya.

 

BIENNAL D'ART CONTEMPORANI CATALÀ

Las bienales de arte, pese a la reconocida crisis que gravita sobre ellas, continúan su andadura por el mundo y no parece que vayan a desaparecer en un plazo inmediato. Dos años parecen suficientes para pensar, organizar, celebrar, deprimirse y volver a empezar. Se trata de un ciclo más corto que unos juegos olímpicos, pero más largo que una feria de arte. Esta temporalidad -hoy con razón puesta en duda- no es exclusiva de las prácticas artísticas: hay también bienales de energía eléctrica y de fundaciones de la salud, de apicultores y de arte sacro, de arte y empresa, de artesanía y folclore. Todas ellas con sus correspondiente protocolos y legitimidades, sus defensores y detractores...


Durante la época de eclosión del multiculturalismo, por ejemplo, los discursos se organizaron sobre correlatos políticos más o menos urgentes, y abordaron temas tales como la diferencia, bilingüismo, minorías, democracia, guerra fría, nacionalismos, migraciones o prácticas neocoloniales. Posteriormente, las bienales de la era global han tenido un correlato mucho más evidente con la economía. En especial, cabe destacar una conexión importante con la trama turística de las ciudades y, en línea directa, con su espacio más distintivo: el parque temático.


Las bienales configuran, en fin, un circuito legitimador de las buenas y malas prácticas artísticas, así como de los tipos de saber que circulan en el mundo del arte contemporáneo. Dicho esto, parece evidente que una Bienal del Arte joven de Catalunya está abocada a afrontar, pese a la escala reducida del territorio que abarca, y del hecho generacional al que se reduce, los peligros que rondan este tipo de acontecimientos. Al mismo tiempo, por esa propia escala en la que se inserta, tiene la posibilidad de activar las características positivas de estos encuentros, dinamizar las nuevas prácticas y canalizar las energías locales del nuevo arte catalán.


En los trabajos presentados, es evidente el uso mayoritario de poéticas individuales antes que sociales, de preocupaciones de gran carga estética antes que políticas, de búsquedas textuales antes que contextuales. Asimismo, se hacen elocuentes las coordenadas del nuevo mapa humano de Catalunya y las posibilidades y retos de actuar en un espacio en el que las prácticas y los usos institucionales claman por cambios importantes en el tejido artístico de toda Catalunya.


Valga, entonces, la apuesta por los artistas aquí destacados; y porque el tiempo entre una y otra bienal no represente un vacío creativo, sino la consolidación de un territorio artístico a la altura de los tiempos que corren.

El jurado

 

 


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